Podemos decepcionar

Debo confesar que allá por el 2013 fui una de esas personas que se sintió ilusionada por la irrupción en el panorama político de la formación de Pablo Iglesias. Parecían recoger el testigo de una izquierda que se había acomodado en una tendencia liberal (en el caso del PSOE) o que parecía resignada a aceptar un papel minoritario (en el caso de Izquierda Unida). Removieron los ánimos con ideas de una nueva política, una forma diferente de hacer las cosas, un cambio que ya era necesario, sobre todo a ojos de los jóvenes que no vivimos la transición y para los que poco había cambiado en treinta años. Prometían el oro y el moro, sí, pero sus palabras traslucían una intención sincera de mejorar las cosas para todos, no sólo de hacerse con el mando. Pero el tiempo ha puesto las cartas sobre la mesa.

Quiero dejar claro, antes de continuar, que estoy hablando de política a nivel nacional y que no pretendo que mis palabras se trasladen a las administraciones locales, donde podemos encontrar de todo, gente que lo hace bien y gente que lo hace mal con cualquier grupo político a sus espaldas.

Pero volviendo al tema; el tiempo, como decía, ha hecho que cada uno muestre su verdadera cara y los líderes de la formación morada han comprendido que no pueden asaltar los cielos así como así y que a las puertas, pues no se está tan mal, oiga. Solo han necesitado unos pocos años para convertirse en vieja política, para instaurar una disciplina de partido que no permite las listas abiertas -no vaya a ser que se les cuele alguien con ideas propias- y para dedicarse noche y día a manipular la información para adaptarla a sus intereses. Lo que hacen y hacían todos los demás, vamos.

La última, y lo que me ha llevado a ponerme ante el teclado y organizar unas cuantas ideas que ya tenía en mi cabeza, ha sido una circular que ha llegado a los inscritos de Podemos. Se trata de una llamada a participar en las primarias del partido. Qué tiene eso de malo, dirán ustedes. Pues que esa llamada toma la forma de una -falsa- carta de José María Aznar a los inscritos de Podemos instándoles a no participar en esas mismas primarias por el bien de España. Psicología inversa de la más barata, de mercadillo y en rebajas.

No es que el ex-presidente Aznar sea santo de mi devoción ni mucho menos. Me llevo las manos a la cabeza cada vez que habla porque de su boca salen auténticas barbaridades, pero eso no justifica que se le utilice en la manera en que lo ha hecho Podemos, en un comunicado oficial del partido a sus inscritos. Lo que han hecho los de Pablo Iglesias es rebajarse, oficialmente, al nivel de la política basada en mofas e insultos personales. Justamente lo que hacen los demás. Justamente lo que menos necesita este país.

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