¿Escribes o tecleas?

¿Son ustedes de los que escriben a mano la lista de la compra y dejan notas o pósits por las paredes? ¿O prefieren usar las aplicaciones del smartphone para hacer notas digitales que no ocupan espacio?

Cada vez más, la gente tiende hacia lo segundo. Una encuesta en Inglaterra reveló que uno de cada tres adultos no había escrito nada en papel en los últimos seis meses. Y es esta una costumbre que se está imponiendo entre (quizás debería decir “imponiendo a”) los más jóvenes, con la profusión del uso de tecnología en las aulas. Algunos colegios ya proponen la entera sustitución de los libros de texto y las libretas por e-books y tablets. Algunos estudios demustran un mejor resultado escolar entre niños que estudian con materiales digitales, además de que se les libra de una pesada carga física. Otras investigaciones, sin embargo, apuntan en una dirección opuesta.

Un estudio de 2014 sometió a un grupo de estudiantes universitarios a unas clases en las cuales la mitad de los estudiantes debían tomar notas en papel, y la otra mitad hacerlo en un ordenador portátil. Tras las charlas, los estudiantes eran preguntados acerca del contenido de la charla y el resultado fue que aquellos que habían tomado notas a mano comprendían y retenían mucho mejor la información, frente a los que habían usado ordenadores. Incluso si a los estudiantes se les permitía estudiar sus propios apuntes antes de ser preguntados, el resultado siguió siendo el mismo: tomar notas a mano favorecía la comprensión y memorización de conceptos. El motivo radica en que teclear, al ser más rápido (una vez se tiene pericia), permite transcribir literalmente el discurso escuchado sin apenas requerir comprensión del mismo; simplemente se traducen los sonidos a movimientos de los dedos. Escribir a mano, sin embargo, es más costoso y lento, y obliga a los estudiantes a concentrarse en lo que escuchan, a reconocer palabras clave, resumir y codificar conceptos, y a hacerlo además en la manera en que al propio cerebro le resulte claro entenderlo después.

En otro estudio anterior, esta vez con niños pequeños, se analizaba la actividad cerebral de los participantes mientras escribían una palabra y mientras la tecleaban en una pantalla. Es resultado era que había mucha más actividad cerebral al escribir a mano, estimulando más áreas del cerebro relacionadas con el aprendizaje y facilitando la fijación de conceptos e ideas.

Ambos experimentos tratan con una parte profunda de nuestro cerebro que recibe el nombre de SARA (Sistema Activador Reticular Ascendente). Este SARA es el responsable de filtrar la ingente cantidad de información que llega de nuestros sentidos (que están siempre activos y reciben estímulos constantemente) y filtrar lo que es importante en cada momento, ignorando el resto. Al requerir de una mayor atención, el escribir a mano obliga al SARA a centrarse en esa actividad y refuerza la capacidad de concentración en una tarea específica (una tarea que, ya de por sí, combina pensamiento, lenguaje, visión y actividad motora), mientras que teclear puede fácilmente convertirse en una actividad mecánica que requiere poca atención, y que deja al SARA espacio para prestar atención a otras cosas (o también para distraernos).

Por mi experiencia como escritor creo que escribir y teclear son actividades que pueden convivir y que tienen, cada una de ellas, su propio lugar. Para extenderme y tirar de hilo de una idea yo prefiero teclear, pero para tomar notas o enfrentarme al folio en blanco sigo usando el papel. ¿Y ustedes?

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